SUSAN SONTAG: Sobre la fotografía (CAPÍTULO V -Evangelios Fotográficos) -


RESUMEN DE NOTAS

Como otras empresas en continua expansión, la fotografía ha imbuido en sus practicantes más estacados una necesidad de explicar, una y otra vez, qué están haciendo y por qué es valioso. Nadie discutiría que la fotografía dio un tremendo impulso a las pretensiones cognoscitivas de la vista, ya que -mediante el primer plano y la detección remota- amplió considerablemente el reino de lo visible.

La fotografía se propone como un modo de conocimiento sin conocimiento: una manera de vencer el mundo con ingenio, en vez de atacarlo frontalmente. La fotografía estilo "ametralladora", o sea la obtención de muchos negativos con la esperanza de que uno sea bueno, es letal para los resultados serios.

Harry Callahan Providence 1966, printed 1990-9
© Estate of Harry Callahan; courtesy of Pace/MacGill Gallery, New York

Análogamente, Weston insiste una y otra vez en que la fotografía es una oportunidad suprema para la expresión propia, muy superior a la ofrecida por la pintura. Lo que interesa «son las fotografías que dicen algo de un modo nuevo –escribe Harry Callahan-, no con el propósito de ser diferentes, sino porque e! individuo es diferente y el individuo se expresa a sí mismo». Para Ansel Adams «una gran fotografía» tiene que ser «una expresión cabal de lo que se siente en el sentido más profundo sobre lo que se está fotografiando y es, por lo tanto, una expresión auténtica de lo que el individuo siente sobre la vida en su totalidad»

Se entiende la fotografía como una aguda manifestación del «yo» individualizado, la identidad privada y huérfana a la deriva en un mundo abrumador, que domina la realidad mediante una  rápida antología visual. O bien se ve a la fotografía como un medio de encontrar un lugar en el  mundo (aún vivido como abrumador, extraño) porque permite entablar con él una relación distante, soslayando las exigencias molestas e insolentes de la identidad.

Claudia and Hattula Moholy-Nagy, Lakeview Avenue apartment
Chicago
1945

La fotografía suministra un sistema único de revelaciones: que nos muestra la realidad como no la habíamos visto antes. Este carácter revelador de la fotografía por lo general se conoce con el polémico nombre de realismo. El realismo fotográfico puede ser -lo es cada vez más- definido no como lo que «realmente» hay sino como lo que «realmente» se percibe. Toda cosa registrada por la cámara es un descubrimiento, trátese de algo imperceptible, movimientos fugaces y fragmentarios, un orden que la visión natural no puede captar o una «realidad enaltecida» (expresión de Moholy-Nagy)

Fotografía por Robert Frank
Robert Frank: sorprender a la realidad desprevenida en lo que llama los «momentos intersticiales»


«Las fotografías tienen para mí una realidad que la gente no tiene» -ha declarado Avedon-. Por medio de la fotografía las conozco". La fotografía es tanto una técnica ilimitada para apropiarse del mundo objetivo como una expresión inevitablemente solipsista de la identidad singular. Las fotografías muestran realidades que ya existen, aunque sólo la cámara puede desvelarlas.

Para Moholy-Nagy el genio de la fotografía consiste en su capacidad para transmitir «un retrato objetivo: lo individual fotografiado de tal modo que el resultado fotográfico no será recargado de intenciones subjetivas"». Para Lange, todo retrato de otra persona es un «autorretrato» del fotógrafo, mientras que para Minor White ---quien promueve «el descubrimiento individual por  medio de la cámara»- Ias fotografías de paisajes son en realidad «paisajes interiores».

La exigencia de Moholy-Nagy de que el fotógrafo se anule a sí mismo deriva de su juicio de que la fotografía es edificante: retiene y mejora nuestros poderes de observación, conlleva una «transformación psicológica de nuestra vista». (En un ensayo publicado en 1936, afirma que la fotografía crea o expande ocho modalidades de la visión: la abstracta, la exacta, la rápida, la lenta, la intensificada, la penetrativa, la simultánea y la distorsionada.)


Roben Frank: «Hay algo que la fotografía debe contener, la humanidad del momento». 


Se propone al fotógrafo como una suerte de observador ideal: para Moholy-Nagy, alguien que ve con el distanciamiento de un investigador; para Frank, alguien que ve «simplemente, como a través de los ojos de un hombre de la calle». La cámara es en verdad el instrumento de la «vista rápida», según declaró en 1918 un confiado moderno, Alvin Langdon Coburn, haciéndose eco de la apoteosis futurista de las máquinas y la velocidad. El culto del futuro (de una visión cada vez más rápida) alterna con el deseo de regresar a un pasado más puro y artesanal, cuando las imágenes tenían la calidad de algo hecho a mano, un aura.

Así, el desarrollo de la fotografía tiene su eje en la sustitución del proceso de la daguerrotipia, positivos directos sobre placas de metal, por el proceso de positivo y negativo, mediante el cual puede elaborarse una cantidad ilimitada de copias (positivos) a partir de un original (negativo).

Daguerrotipo por Jean-Baptiste Sabatier-Blot


La cámara Polaroid revive el principio de la cámara de daguerrotipos: cada copia es un objeto único. El holograma (una imagen tridimensional creada con luz láser) podría considerarse como una variante de los heliogramas, las primeras fotografías sin cámara que hizo Nicéphore Niepce en el decenio de 1820. Ante la acusación de que la fotografía era una copia mecánica e inerte de la realidad, los fotógrafos aseguraron que era una revuelta vanguardista contra las pautas de visión ordinarias, un arte no menos digno que la pintura.



Cameron: Ophelia, Study No. 2, 1867

El aserto de Julia Margaret Cameron según el cual la fotografía alcanza el rango de arte porque, como la pintura, busca la belleza, fue sucedido por el aserto wildeano de Henry Peach Robinson, según el cual la fotografía es un arte porque puede mentir. Muchos fotógrafos siguen prefiriendo las imágenes en blanco y negro, pues las consideran más delicadas, más decorosas que el color; o menos voyeuristas y menos sentimentales o crudamente realistas. Pero el fondo real de esta preferencia es de nuevo una implícita comparación con la pintura.

La fotografía es, por su misma naturaleza, una manera promiscua de ver, y en manos talentosas un medio de creación infalible. (Como observa John Szarkowski, «un fotógrafo hábil puede fotografiar bien cualquier cosa».) En la medida en que la fotografía no sólo es un modo de ver voraz sino que necesita afirmarse como un modo especial y único, los fotógrafos seguirán refugiándose (aunque sea a hurtadillas) en las profanadas peto aún prestigiosas circunscripciones del arte.

Los fotógrafos que, al registrar imágenes, creen evadirse de las pretensiones del arte ilustradas en la pintura nos recuerdan a esos pintores expresionistas abstractos que creían evadirse del arte, o Arte, mediante el acto de pintar (es decir, tratando la tela como campo de actuación antes que un objeto).

La fotografía, como el arte pop, tranquiliza a los espectadores asegurándoles que el arte no es difícil; los temas parecen más importantes que el arte.

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