SUSAN SONTAG: Sobre la fotografía (CAPÍTULO VI -El mundo de la imagen)

RESUMEN DE NOTAS

En el prefacio a la segunda edición (1843) de La esencia del cristianismo, Feuerbach señala que «nuestra era» «prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser» -con toda con- ciencia de su predilección. Esas imágenes son de hecho capaces de usurpar la realidad porque ante todo una fotografía no es sólo una imagen (en el sentido en que lo es una pintura), una interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella o una máscara mortuoria.

Cuanto más retrocedemos en la historia, como ha advertido E. H. Gombrich, menos precisa es la distinción entre imágenes y cosas reales; en las sociedades primitivas, la cosa y su imagen eran sólo dos manifestaciones diferentes, o sea físicamente distintas, de la misma energía o espíritu.

Pero una fotografía no sólo se asemeja al modelo y le rinde homenaje. Forma parte y es una extensión de ese tema; y un medio poderoso para adquirirlo y ejercer sobre él un dominio. Una fotografía nos permite la posesión subrogada de una persona o cosa querida, y esa posesión da a las fotografías un carácter de objeto único.

De hecho, la importancia de las imágenes fotográficas como medio para integrar cada vez más acontecimientos a nuestra experiencia es, en definitiva, sólo un derivado de su eficacia para suministrarnos conocimientos disociados de la experiencia e independientes de ella. Mediante la fotografía, algo pasa a formar parte de un sistema de información, se inserta en proyectos de clasificación y almacenamiento que van desde el orden toscamente cronológico de las series de instantáneas pegadas en los álbumes familiares hasta las tenaces acumulaciones y meticulosas catalogaciones necesarias para la utilización de la fotografía en predicciones meteorológicas, astronomía, microbiología, geología, investigaciones policiales, educación y diagnósticos médicos, exploración militar e historia del arte.

La explotación y duplicación fotográfica de! mundo fragmenta las continuidades y acumula las piezas en un legajo interminable, ofrece por lo tanto posibilidades de control que eran inimaginables con e! anterior sistema de registro de la información: la escritura.

Holograma
Imagen del telescopio Spitzer en el espectro infrarrojo.



La noción primitiva de la eficacia de las imágenes supone que las imágenes poseen las cualidades de las cosas reales, pero nosotros propendemos a atribuir a las cosas reales las cualidades de una imagen.
Como todos saben, los pueblos primitivos temen que la cámara los despoje de una parte de su identidad. La realidad misma empieza a ser comprendida como una suerte de escritura que hay que decodificar, incluso cuando las imágenes fotográficas fueron al principio comparadas con la escritura. (El nombre que Niepce dio al proceso mediante el cual la imagen se imprime en la placa era heliografía, escritura solar; Fox Talbot llamó a la cámara «el lápiz de la naturaleza».

Algunos vestigios de la magia perduran: por ejemplo, en nuestra renuencia a romper o tirar la fotografía de un ser querido, especialmente si ha muerto o está lejos.

Fotografía por Joseph Nicephor Niépce

Es común ya que la gente insista en que su vivencia de un hecho violento en el cual se vio involucrada -un accidente de aviación, un tiroteo, un ataque terrorista- «parecía una película». Las colecciones de fotografías pueden usarse para elaborar un mundo sucedáneo, cifrado por imágenes que exaltan, consuelan o seducen. Una fotografía puede ser el punto de partida de un romance pero es más común que la relación erótica no sólo sea creada por las fotografías sino que se limite a ellas. En un extremo del espectro, las fotografías son datos objetivos; en el otro, son elementos de ciencia ficción psicológica.

Las fotografías son un modo de apresar una realidad que se considera recalcitrante e inaccesible, de imponerle que se detenga. Poseer el mundo en forma de imágenes es, precisamente, volver a vivir la irrealidad y lejanía de lo real. El objeto de los retratos comunes del hogar burgués en los siglos XVIII y XIX era confirmar un ideal del modelo (que proclamaba la relevancia social, que embellecía la apariencia personal); dado este propósito, es fácil comprender por qué los propietarios no necesitaban tener más de uno. Lo que confirma el registro fotográfico es, con más modestia, simplemente que el modelo existe; por lo tanto, para el propietario nunca sobran. Pero si las fotografías degradan, las pinturas distorsionan del modo opuesto: magnifican. Los cuadros invariablemente sintetizan; las fotografías por lo general no.

Lewis Hine, Pass Christian, 1916

«El Documento Humano que siempre mantendrá al presente y al futuro en contacto con e! pasado», afirmó Lewis Hine.

La guerra y la fotografía ahora parecen inseparables, y los desastres de aviación y otros accidentes aterradores siempre atraen a gente con cámaras. Una sociedad que impone como norma la aspiración a no vivir nunca privaciones, fracasos, angustias, dolor, pánico, y donde la muerte misma se tiene no por algo natural e inevitable sino por una calamidad cruel e inmerecida, crea una tremenda curiosidad sobre estos acontecimientos; y la fotografía satisface parcialmente esa curiosidad. 

Las imágenes fotográficas tienden a sustraer el sentimiento de lo que vivimos de primera mano, y los sentimientos que despiertan generalmente no son los que tenemos en la vida real. A menudo algo perturba más en la fotografía que cuando se vive en realidad. Somos vulnerables ante los hechos perturbadores en forma de imágenes fotográficas como no lo somos ante los hechos reales.

La cámara mira por mí y me obliga a mirar, y no mirar es la única opción contraria.
Lo dramático se dramatiza mediante el didactismo de la presentación y el montaje.
La belleza no es inherente a nada; hay que encontrarla mediante otra manera de mira

Polaroid

El paso del tiempo incrementa el valor estético de las fotografías, y las cicatrices del tiempo vuelven los objetos más en vez de menos fascinantes para los fotógrafos. Algo se vuelve interesante cuando puede considerarse parecido, o análogo, a otra cosa. Los clichés, reciclados, se transforman en metaclichés.

Fotografía: la anotación, en potencia, de cuanto hay en el mundo, desde todos los ángulos posibles.

Las cámaras implantan una mirada estética de la realidad por ser juguetes mecánicos que extienden a todos la posibilidad de pronunciar juicios desinteresados sobre la importancia, el interés, la belleza. (Eso da para una buena fotos.) Las cámaras implantan la mirada instrumental de la realidad al acopiar información que nos permite reacciones más atinadas y rápidas a lo que ocurre.

Fotografía por Thurston Hopkins

Las cámaras definen la realidad de dos maneras esenciales para el funcionamiento de una sociedad industrial avanzada: como espectáculo (para las masas) y como objeto de vigilancia (para los gobernantes). Si acaso hay un modo mejor de incluir el mundo de las imágenes en el mundo real, se requerirá de una ecología no sólo de las cosas reales sino también de las imágenes.



Por último, quisiera finalizar el texto con esta cita:

Tu fotografía es un registro de tu vida, para quien sepa verlo. Puedes ver las costumbres de otros y ser influido por ellas, incluso puedes llegar a utilizarlas para encontrar las propias, pero con el tiempo tendrás que liberarte de ellas. A eso se refería Nietzsche cuando dijo: «Acabo de leer a Schopenhauer, ahora tengo que desembarazarme de él». Él sabía hasta qué punto pueden ser insidiosos los hábitos de los demás, especialmente aquellos que cargan con la fuerza de las experiencias profundas, si dejas que se interpongan entre tu visión y tú.
-Paul Strand


Paul Strand, Young Boy, Gondeville, Charente, France, 1951© Paul Strand Archive, Aperture Foundation

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